Homenaje a los caídos calizos
Cuatro meses después de la lesión, los ligamentos de la rodilla de Josema ya están como para patear lapiaces otra vez. Los hemos puesto a prueba con un sube y baja moderado por Aralar. Foto: Josema, en la pequeña cumbre de Alborta (1.225 m.), estudia el ataque a la siguiente cima (Ttutturre, 1.282 m, al fondo). Después vendrá la tercera subida (Beloki, 1.271 m.).
Josema se ha quedado contento: "Tenía ganas de caliza".
Yo, la verdad, también agradezco el cambio de las dos raciones semanales de arenisca a una de caliza.
Por tanto, Josema y yo queremos dar las gracias a los organismos marinos que durante decenas de millones de años depositaron, al morir, sus minúsculas conchas, caparazones y esqueletos minerales en el fondo del océano. Homenajeamos en especial la silenciosa muerte de todos los bichitos que legaron aquellos miligramos de carbonato cálcico necesarios para formar los montes vascos, en concreto la sierra de Aralar y más en concreto la pirámide de Ttutturre (modesta, sí, pero compuesta por los restillos minerales de billones de seres: gogoan zaituztegu). Estamos muy agradecidos a la orogenia alpina, que hace 35 millones de años elevó esos sedimentos de carbonato cálcico desde el fondo de las aguas, los empujó por encima del nivel del mar y los dejó a más de mil metros de altitud. Y por último, agradecemos la paciente tarea de los trillones de gotas de lluvia que han contribuido a disolver pizca a pizca el carbonato cálcico y a modelar este esdrújulo y fantástico paisaje kárstico, en el que tanto hemos disfrutado torciéndonos los tobillos y golpeándonos las espinillas contra las rocas fragmentadas y puntiagudas.
Publicado el 3 de mayo de 2009 a las 21:15.