Muere el cura vasco del Far West
Archivado en: Personajes, Vascos, Martxel Tillous, Los sótanos del mundo
Ha muerto Martxel Tillous, el sacerdote que conducía cien mil kilómetros anuales por el Oeste de Estados Unidos, desde California hasta Montana, desde Oregón hasta Nuevo México, para oficiar misas en euskera allí donde se lo pedían.
Lo conocimos en la Euskal Etxea de San Francisco. Iba a celebrar una misa para los pastores vasco-californianos jubilados, que ese día recibían un homenaje, después pensaba ponerse al volante para conducir hasta Las Vegas, donde debía dar otra misa en la fiesta anual de la Nabo (North American Basque Organization), y luego regresar. Planeaba conducir 1.800 kilómetros en dos días. Y nos contó que al regresar a casa podía tener un mensaje en el contestador con alguna petición para celebrar un bautizo o un funeral en cualquiera de los once estados por los que se desparramaba su parroquia: California, Nevada, Oregón, Washington, Idaho, Utah, Arizona, Montana, Wyoming, Colorado y Nuevo México.
Con semejante trote ya había machacado dos furgonetas y conducía la tercera, en cuya matrícula lucía el nombre "Pottoka". Le sacamos esta foto en al aparcamiento de la Euskal Etxea de San Francisco, poco antes de ponerse rumbo a Las Vegas:
Tillous, natural de Zuberoa, fue misionero durante 26 años en Costa de Marfil. Después se trasladó a París, donde ejerció de capellan en la Euskal Etxea de la capital francesa. Y en 1993 lo enviaron a California, donde el obispado de Bayona destina siempre un sacerdote para atender a la comunidad vasca. Allí editaba Lokarria, Basque-American Catholic Newsletter, un boletín en inglés y euskera que enviaba a veinte mil familias vascas del Oeste.
Vivía en un cuartito de la Casa Vasca de San Francisco, apenas seis metros cuadrados, y se duchaba en los vestuarios del frontón.
-Los anteriores curas vascos de San Francisco vivían en un piso, en el centro de la ciudad -nos contó-, y a mí también me enviaron allá. Pero la ciudad es muy solitaria, no hay contacto con los vecinos, y yo estaba acostumbrado a vivir rodeado de personas en África, con mucho bullicio y mucha alegría. Me puse muy triste. Hablé con los de la Casa Vasca y me dijeron que podría instalarme en este cuarto. Es pequeño, pero yo vivo encantado porque siempre hay gente en el frontón o en la cafetería, y suelo comer con los cocineros del restaurante.
Tillous, sin embargo, apreciaba la soledad cuando viajaba al volante. Decía que tantas horas en la carretera le servían para pensar y rezar. Cuando caía la noche, dormía dentro de la furgoneta o montaba una pequeña tienda de campaña al borde del camino. A veces, confesaba, tenía que pisar el acelerador para llegar a tiempo.
-La policía me ha parado seis o siete veces por ir demasiado rápido pero nunca me han puesto una multa. Les explico que soy sacerdote, que voy a un funeral, y entonces me dicen que siga pero que ande con más cuidado.
Estaba satisfecho porque los vascos emigrados y sus descendientes seguían formando una comunidad muy vigorosa:
-Una vez me llamaron unos vascos de Montana. Habían leído en el diario de su ciudad que un homeless apellidado Etcheverry había muerto en la calle. Nadie conocía al vagabundo, pero se hicieron cargo de él y querían que yo oficiara el funeral y el entierro. Pensé que nos juntaríamos cinco o seis personas pero cuando llegué la iglesia estaba atestada de familias vascas.
* * *
-La mayoría de estos párrafos los publiqué en el libro Los sótanos del mundo.
-La primera foto la he sacado de esta página, en la que Tillous escribía una de sus cartas periódicas a la comunidad vasca. En ella informaba de que su enfermedad avanzaba y agradecía la hospitalidad que le habían brindado durante sus largos recorridos solitarios por medio continente: "The life of a Basque Chaplain is not always easy. First of all, you have to like solitude with all the time spent on those long freeways of the American West. You have been like those bright and warm stars in the middle of those freezing nights".
-El periodista Joseba Etxarri ha escrito un obituario muy completo (En recuerdo a Martxel Tillous / Martxel Tillous laguna oroituz)
-Joxemi Saizar pangeixtak Argia aldizkarian egin zion elkarrizketa: "Elizarik ez dugu, baina elizkizunak ugari".
* * *
Curiosidad histórica: con su boletín Lokarria, este sacerdote retomó una vieja tradición de publicaciones vascas en el Oeste americano. De hecho, el primer semanario en euskera de la historia nació allí, a miles de kilómetros del País Vasco. En 1885, el abogado vizcaíno Martín Biskailuz publicó en Los Ángeles el Escualdun Gaseta, que en su mancheta se vanagloriaba, con razón, de ser "munduko lehemisiko escualdun gaseta" ("la primera gaceta vasca del mundo"). El experimento sólo funcionó tres semanas, pero un par de años después surgió el California'ko Eskual Herria, "berriketari Eskualduna aguertzen dena Larumbate guziez" ("el noticiero vasco que sale todos los sábados"), que se publicó durante cinco años.
Publicado el 4 de abril de 2009 a las 09:30.