La paradoja del alambrador
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Entre los primeros vascos que emigraron a la Pampa argentina, los oficios más habituales eran los de pastores, lecheros, poceros y alambradores. Las estancias ganaderas empezaron a extenderse por la inmensa Pampa a mediados del siglo XIX y desenrollaron millones de kilómetros de alambre para delimitar las fincas y evitar la pérdida de animales. Hacia 1880 se colocaban unos 60.000 kilómetros de alambre al año. En 1900, en plena fiebre ganadera, se tendían 600.000 kilómetros anuales (como ir y volver -a pie y clavando postes- a la Luna). En Argentina el oficio quedó asociado a los vascos. De quien caminaba a grandes zancadas se decía que andaba "con tranco de vasco alambrador".
Cuando veo una cerca, me acuerdo de aquellos alambradores y de la paradoja de su duro oficio. Porque el alambrador, cuanto más cerca, más lejos.
(Foto: ladera de Errenga, frente a Peñas de Aia, ayer).
(Idea para promotores turísticos: construir un hotel granadino llamado Alhambra d'Or. ¿Demasiado espinoso para los huéspedes?).
(Actualización: encuentro en el bendito Google Books un libro argentino titulado Por las huellas del ayer, de Antonio Garzón, en el que explica la frase 'A tranco de vasco alambrador': "Al paso largo, extendido, ligero, da la idea de quien cuenta algo obviando los detalles". La cursiva es mía. Aquí hay tema).
Publicado el 26 de marzo de 2009 a las 09:45.